Coach de estilo y transformación interior.

Hola!

Cómo muchas de vosotras, yo siempre hacía lo que estaba establecido, lo que se esperaba de mí, intentando cumplir las expectativas de los demás, sin pensar realmente lo que yo quería. ¡Estudié Ingeniería Química y todo!

Esta desconexión me llevó a no saber escucharme, a no tomar decisiones por y para mi y a necesitar aprobación externa constantemente. Siempre necesitaba estar en todos los planes, sino tenía la sensación que me iban a rechazar.

Vivir así tuvo sus consecuencias, no saber estar conmigo misma y que se me cayera la casa encima cuando lo estaba, no parar ni un segundo. Vivía en piloto automático, hacia fuera, sin ser consciente de todo el daño que me estaba haciendo.

A mis 27 años me violaron, hombres que se hacían llamar amigos. Eso para mí fue una rotura interior, me caí en lo más profundo y no tenía ni idea de cómo salir de ahí.

Estuve 6 meses en shock, como si nada hubiera pasado, hasta que un día en terapia dije que algo me rondaba por la cabeza, la verdad no lo recuerdo. Mi cuerpo me había dejado señales para que no me olvidara. Muy fuerte.

Ese día, mi terapeuta me dijo: Cariño, te han violado. Me costó mucho esa toma de conciencia, no me podía estar pasando a mi…

A partir de ahí me presentaron a la que sería mi psicóloga. Menos mal que tuve ayuda en esos momentos… con mi vida desconectada de mi y de mis emociones no sabía ni por dónde empezar.

Durante el proceso aparecieron muchas cosas, lo principal fue el amor propio, lo tuve que construir de cero, el perdonarme, aceptar lo que había pasado y como no mirar la relación con mi cuerpo.

Siempre había tenido complejos, y aquella vez era diferente. No se trataba de complejos en sí, sino de una incomodidad interna al mirarme. Fui trabajando mucho mi interior durante años sin darle importancia al cuerpo o al estilo. Hice terapia EMDR para trabajar desde el cuerpo, inconscientemente buscaba esa conexión.

Me vestía con lo primero que había en el armario, y mira que he sido siempre una apasionada de la moda. Había perdido las ganas de vestirme bonita, de jugar con la moda.

Y si, lo dejé por un tiempo a un lado. Hacer eso me hizo sentir que había una parte de mi apagada.

Al final vi la importancia de ser coherente de dentro hacia fuera.

Durante mi formación de coaching de imagen me di cuenta que sentía asco por mi cuerpo, que aún había algo por sanar. En el momento en que lo vi, puse conciencia y pude cambiar la perspectiva hacia mi cuerpo, con una mirada de agradecimiento y no de culpa.

Eso hacía que mi autoimagen fuera tan distinta a la realidad… Me veía en una foto y no me reconocía, en mi cabeza era muy distinta, la ropa me quedaba distinta.

Al sanar la relación con mi cuerpo, con mi imagen y volver a probar el juego de la combinación se despertó Anna al completo. Esa conexión desde el interior al exterior, todo cuadraba, empecé a sentirme plena.

En esta historia falta algo, me diréis: ¿Cómo acabaste formándote en coaching de imagen?

Después de estar trabajando en una empresa durante años, y de no estar bien allí, pasé por momentos que tuve que aprender mucho sobre el control, sobre que las cosas que dicen otras personas no son personales, y de intentar no creerme todo lo que sentía para poder sobrevivir a ese trato tan desagradable.

En ese momento, el miedo estaba dentro de mi, me paralizaba a dar el paso e irme de allí.

Tenía creencias que yo no era válida, que no era suficiente, entre muchas otras cosas que aprendí allí desde los 23 años.

Mirad el cuerpo que sabio es y qué importante estar conectada con nuestro interior, porque me apareció una enfermedad autoinmune en esos momentos de estrés máximo. Aun así yo seguí, por miedo. Y también por desconocimiento de que era mi cuerpo mandándome un mensaje.

Al cabo de dos años, el cuerpo me avisó apagando la cabeza. Pedí la primera baja de mi vida porque esa sensación de tristeza profunda me recordó a los primeros momentos de darme cuenta de que me habían violado.

Así que pedí ayuda. En esos momentos de oscuridad y con ganas de ir viendo la luz, encontré a una mentora que me acompañó en la búsqueda de mi propósito vital.

Allí conecté de nuevo con Anna, con lo que había dentro y lo que tenía por compartir.

Descubrí que mis dos pasiones eran la moda y el estar en contacto con personas. De ahí apareció en mi vida el coaching de imagen.

En ese momento me fui a Colombia a viajar sola 2 meses, un viaje alucinante dónde conecté con mi alegría, mi curiosidad, mi entusiasmo, con mi niña interior y con la toma de decisiones por y para mi. Fue increíble, volví renovada y lista para emprender mi camino.

Así que después de esa rotura interna, crisis de estilo y de no amar a mi cuerpo he conseguido reconectar con mi identidad como nunca, ahora me priorizo, me amo, me muestro vulnerable tomando mi responsabilidad. Además, he conectado con mi estilo de alto valor y ahora uso la ropa como herramienta que me empodera y me permite mostrarme al mundo sin límites.